Fotografía: Jagoba Manterola / Foku
Estas, y otras muchas preguntas, nos rondaban en la cabeza a las víctimas del Estado el 12 de octubre, cuando el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz junto a la delegada del gobierno español, rindió homenaje a quienes nos torturaron, a quienes asesinaron a nuestros familiares y amigos.
Rabia, escalofríos y arañazos en las heridas del pasado, eso es lo que sentimos ante este homenaje. Porque cuando hablamos de víctimas, debemos hablar de todas las víctimas, de la memoria completa y de la resolución. Las fuerzas puestas a favor de la solución no pueden seguir siendo desequilibradas, de lo contrario, para los y las víctimas de la violencia del estado, nos será imposible hablar sobre nuestras heridas en pasado.
Las heridas siguen escociendo, sobre todo cuando hay quien se empeña en echarles sal. Sin embargo, si miramos hacia atrás, somos conscientes de que nuestras heridas comienzan el camino de una cicatrización colectiva. Hemos avanzado; evidentemente no al ritmo que deseamos, pero hay que decir que el esfuerzo invertido ha valido la pena. Hoy por hoy, podemos decir alto y claro que hemos superado el negacionismo y que aquí se ha torturado de manera sistemática e impune es una verdad oficial que ya nadie puede negar.
«Los informes realizados por el KREI, en Hego Euskal Herria, dibujan el camino a recorrer para corregir la situación que ha permitido convertir a la tortura en una herramienta más para la violencia político-institucional»
Los informes realizados por el KREI en Hego Euskal Herria además de establecer la verdad oficial respecto a la incidencia y dimensión de la tortura, también muestran de forma nítida, cuales han sido las circunstancias imprescindibles para que esta violación grave de los derechos humanos haya podido ejercerse de manera sistemática y en la más absoluta impunidad durante larguísimas décadas.
Los informes sin duda dibujan el camino a recorrer para corregir la situación que ha permitido convertir a la tortura en una herramienta más para la violencia político-institucional, mediante la cual, se han vulnerado derechos humanos en al menos 5379 ocasiones.
Sin embargo, para seguir avanzando en el proceso de cicatrización, la reparación y la construcción de una memoria completa, debemos ir más allá del establecimiento de la verdad oficial. Deben revertirse las condiciones que han posibilitado la aplicación de la tortura y la han convertido en un crimen sistemático sin castigo.
«Como sociedad debemos comprender que acabar con la tortura, exige mucho más que NO ejercerla»
La maquinaria construida para torturar impunemente debe desmantelarse. Es una cuestión de decencia y saneamiento democrático que, a nuestro juicio ha de erigirse como imperativo ético en la construcción del reto común de construir, en una sociedad diversa como la nuestra, un modelo de convivencia en el que todas las personas, todas las ideas, sensibilidades e ideologías tengan cabida; un modelo convivencial donde se respeten todos los derechos de todas las personas y donde las enseñanzas del pasado se conviertan en garantía para la no repetición.
A través de los mecanismos legales habilitados en Hego Euskal Herria, hemos alcanzado ya la cifra de 461 casos de vulneraciones de derechos humanos reconocidas oficialmente. De ellos 67 casos corresponden a vulneraciones del derecho a la vida, el resto a casos de tortura, heridos graves, persecución... Las leyes de reconocimiento oficial rompen con el relato el relato parcial que niega la existencia de más violencia que la practicada por ETA.
Es decir, los reconocimientos individuales de víctimas de la violencia de Estado están ayudando a plasmar las consecuencias de la estrategia de represión brutal llevada a cabo por el Estado en el marco del conflicto. Escriben relato y contribuyen a visualizar el contexto en el que se produjeron, evidenciando un marco de confrontación armada derivada de un conflicto político.
«Es nuestro compromiso por la paz, nuestro compromiso con la resolución y la convivencia es la que nos lleva a hablar de reconocimiento de todas las víctimas, de reparación y de garantías de no repetición»
Hoy en día en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, el reto es lograr que se abra un nuevo plazo para cursar solicitudes de reconocimiento a la ley vasca y colapsar el procedimiento presentando el mayor número de solicitudes posible para evitar que se dé por acabado este proceso. Debemos de tener en cuenta que durante los dos años que estuvo abierto el plazo solo logramos presentar 711 solicitudes, cifra realmente pequeña teniendo en cuenta el número de vulneraciones de derechos humanos existentes, que supera ampliamente los 6.000 casos.
Hablamos de reconocimiento, y eso exige hablar de las garantías de no repetición. Las instituciones deben desmantelar la estructura que ha posibilitado el ejercicio de la tortura, hay que exigir la derogación del régimen de detención incomunicada, la desaparición de las fuerzas armadas del Estado español del territorio de Euskal Herria y llevar a cabo una profunda reflexión sobre un modelo policial adaptado a parámetros democráticos.
Precisamente, es nuestro compromiso por la paz, nuestro compromiso con la resolución y la convivencia es la que nos lleva a hablar de reconocimiento de todas las víctimas, de reparación y de garantías de no repetición. Nos lleva a hablar de todo ello, pero, sobre todo, nos lleva a realizarla con los hechos día a día, con todo el convencimiento y la práctica que exige estar a la altura de la resolución política que merece nuestro pueblo.