ELKARRIZKETAK

Erria

Haritz Romeo Galdeano y Miren Zabaleta Telleria. Miembros del Consejo Nacional de Sortu

"A más soberanismo de izquierdas, más Cambio"

2019-04-01

En las elecciones municipales y forales de 2015, el tan soñado cambio político se materializó en las instituciones de Nafarroa. La lucha de décadas y el cambio estratégico de la izquierda abertzale, la aparición de Podemos y la indignación que provocaba un régimen empapado por los casos de corrupción y la crisis económica, junto con otros factores políticos y sociales, transformaron radicalmente el escenario navarro. De arriba abajo y desde abajo hacia arriba, ya que la fuerza del Cambio procede en gran medida de los ayuntamientos. En mayo de 2015 Miren Zabaleta Telleria estaba en prisión, pero desde 2016 milita en la dirección de Sortu, y en la Conferencia Política de 2018 le pasó el testigo como coordinador de Sortu en Nafarroa a Haritz Romeo Galdeano.

¿Qué es el Cambio para SORTU?


Fotos: FOKU

"Pensamos que lo más razonable sería tender a un esquema y un acuerdo simétrico para compartir las decisiones y responsabilidades de gobierno entre las fuerzas que impulsamos el Cambio."


Pensamos que esa pregunta la tenemos que responder desde la atalaya de nuestros objetivos estratégicos, es decir, analizando si el Cambio es un proceso político que nos ayuda a avanzar en el camino de liberación que planteamos o si, por el contrario, no lo es.

Sin lugar a dudas, el Cambio ha sido un periodo que ha servido para avanzar en tres elementos. Ha servido para empezar a superar eso que denominamos el Régimen, esto es, el sistema clientelar, corrupto y excluyente que ha gobernado Nafarroa durante décadas. Ha servido para fortalecer la relación de poder que tiene Nafarroa ante el Estado, es decir, para fortalecer a Nafarroa como sujeto político. Y ha servido para empezar a enfocar de otra manera la relación con el resto de territorios vascos, generando nuevas posibilidades de cara al futuro.

Por todo ello, pensamos que el cambio que como consecuencia de décadas de lucha llegó de las calles a las instituciones ha abierto un nuevo ciclo histórico de dimensión estratégica. En 2015 conseguimos abrir la fase de la democratización de Nafarroa, y sería muy difícil que la sociedad navarra aceptase una vuelta atrás en ese camino. A día de hoy, las pulsiones sociales y políticas que ansían superar definitivamente la etapa del Régimen y empezar a construir una Nafarroa distinta tienen cada vez más fuerza. De hecho, el Cambio no es algo que ha ocurrido solamente en las instituciones. También es un proyecto que ha acelerado cambios mucho más profundos. En las tendencias sociales, en la correlación de fuerzas de los sindicatos o ante ese navarrismo reaccionario y españolista que las élites navarras disfrazan de foralismo, estamos asistiendo al fortalecimiento de un nuevo navarrismo de corte progresista. El Cambio nos señala el camino del futuro, el navarrismo democrático que tiene a Nafarroa como referencia central y fortalece su propia identidad mirando al resto de territorios vascos.

No obstante, somos conscientes de que este primer periodo del Cambio no ha sido tan profundo como hubiéramos querido. Se ha llegado hasta donde las relaciones de fuerzas y el trabajo en común lo han permitido. Aunque hemos avanzado mucho, no hemos llegado hasta donde queríamos, sino hasta donde ha sido posible. Por lo tanto, el Cambio no es en sí mismo suficiente para poner en marcha un proceso soberanista, pero es un requisito fundamental e indispensable para ello. Contradicciones, dificultades, acelerones y parones; en los últimos años hemos conocido de todo, y así será también en el futuro. No hay ningún proceso histórico que esté exento de contradicciones, y el Cambio es un proceso histórico. Quizás por ello, se nos hace difícil aceptar las lecturas negativas que sobre el valor del Cambio se hacen desde la izquierda. Desde el punto de vista de la dialéctica correspondiente a un proceso histórico, estamos mucho mejor que hace cinco años para explorar una vía con base social, contenido de izquierdas y eje soberanista.

Es responsabilidad de todos y todas las que nos consideramos revolucionarias y transformadoras remar para que este proceso avance, en lugar de caer en la parálisis en nombre de los objetivos estratégicos, pues creemos firmemente que ser el instrumento para profundizar y avanzar en este cambio dependerá de la fuerza del soberanismo de izquierdas.


La formulación más real del cambio político se hace con el documento «Nafar Bidea», en el acto del Labrit. En general, las cosas han transcurrido tal y como se planteaban ahí. ¿Cuáles son las claves del Cambio?


Sin ninguna duda, el documento «Nafar Bidea» marcó un punto de inflexión, haciendo posible el Cambio en Nafarroa. Como su propio nombre indica, ese documento proponía una vía. Ofrecía un camino a la sociedad navarra y a sus agentes. Y esa oferta pivotaba sobre tres grandes claves.

La primera afirmaba que en Nafarroa existía una fuerza política, social y sindical suficiente que, si se confabulaba, podría ser capaz de derribar el Régimen o, al menos, echarle de las instituciones, arrebatándole por fin al PSN la llave o el derecho a veto.

La segunda gran clave sostenía que la acumulación de fuerzas sería indispensable para ello, que sería fundamental alentar e impulsar el trabajo en común entre diferentes y que eso era un mandato colectivo.

La tercera clave era que Nafarroa será el sujeto político decisorio. Que Nafarroa será lo que las y los ciudadanos navarros decidamos. Que Nafarroa mantendrá una relación de igual a igual tanto con el resto de territorios vascos como con el Estado y que, por lo tanto, construir ese futuro está en nuestras manos.

El recorrido y las mayorías que más adelante harían posible el Cambio se construyeron sobre esas tres claves. En nuestra opinión, como Sortu, es fundamental situar también aquello en un contexto determinado. ¿Cuál era ese contexto? Por una parte, que la izquierda abertzale acababa de culminar su reflexión política y hacía una apuesta clara y diáfana por impulsar el proceso de liberación de este pueblo mediante la confrontación democrática y la formación de mayorías. El segundo gran elemento era la creación y fortalecimiento de EH Bildu como espacio aglutinador del independentismo y el soberanismo de izquierdas e instrumento para construir mayorías. En nuestra opinión, esas fueron las variables fundamentales que hicieron factible el Cambio.


El Cambio no ha satisfecho las expectativas de todo el mundo. Hay quienes dicen que ha ido demasiado lento. ¿Qué han hecho los gobiernos del Cambio en estos cuatro años?


“Mientras no abordemos el debate sobre el estatus jurídico y político el proceso de cambio no podrá avanzar”


Es correcto conjugar esa pregunta en plural, pues en Nafarroa no hay un único y solo gobierno del Cambio. Hay muchos gobiernos del Cambio. El Cambio ganó en la mayoría de ayuntamientos, de la mano de EH Bildu. En estos últimos años, el Cambio ha gobernado más de 50 ayuntamientos, mientras que el Régimen solamente ha mantenido unos 20.

Todo ello ha mejorado las condiciones de vida materiales de la gente, en muchas cosas. Y ha ayudado a establecer nuevas reglas del juego. Cabe destacar que se abrió la posibilidad de respirar con libertad, especialmente en aquellos primeros meses que siguieron a la llegada del Cambio. Y que, como un florecimiento de la democracia, floreció esa Nafarroa roja, morada y verde que hasta entonces había estado silenciada, marginada y aplastada.

Pero lo que tenemos que decir es que todos los acelerones y parones del Cambio, todas sus capacidades y limitaciones, no son sino el resultado de la correlación de fuerzas que tiene hoy en día. En ese sentido, cuanto más fuerte sea el soberanismo de izquierdas, más fácil nos resultará avanzar en todos esos terrenos que estamos mencionando.

Para terminar, frente a quienes afirman que el Cambio no ha satisfecho las expectativas de todo el mundo, y aceptando la legitimidad de muchas de las lecturas que se hacen, nos gustaría subrayar que la valoración del Cambio tenemos que hacerla desde la perspectiva del proceso político general. No podemos limitar la valoración del proceso político que ha supuesto el Cambio a una prueba del algodón que cada cual hace desde sus propias reivindicaciones sectoriales o concretas. De hacerlo así, perderíamos de vista el contenido y el sentido del proceso político que está suponiendo el Cambio y, como decíamos antes, desde una perspectiva de izquierdas tendríamos que ser capaces de poner en valor y utilizar como estímulo las profundas transformaciones que el cambio institucional, social y político está acelerando en la sociedad.

Estrechamente ligado con todo ello, la relación de fuerzas es una de las claves que debemos tener siempre presentes. Cuanto más fuerte sea el soberanismo de izquierdas tanto en la calle como en las instituciones, mayores posibilidades tendremos de fortalecer el Cambio y profundizar en él. O, dicho de otra manera, de convertir el proceso de Cambio en proceso soberanista impulsado desde la izquierda. Todavía tenemos mucho que hacer en esa dirección. La segunda clave es que el Cambio no puede traer como consecuencia que la ciudadanía se quede mirando a las instituciones. El Cambio está siendo un proceso institucional, pero también un proceso social. Es indispensable que desde el impulso de la calle se les marque el rumbo a las instituciones.


¿Cómo valora SORTU la dialéctica entre las instituciones y el movimiento popular? ¿Hay posibilidades de que sea más fructífera en el futuro?


En nuestra opinión, en estos comienzos de la era del Cambio tenemos que valorar de manera positiva la dialéctica entre los movimientos populares y las instituciones, sin ninguna duda. En este nuevo tiempo han surgido limitaciones y dificultades en diferentes momentos y conflictos sociales –por ejemplo, en relación con determinadas reivindicaciones sindicales–, pero, en general, esa dialéctica ha dejado resultados positivos. Y también nos ha dejado lecciones y aspectos a profundizar de cara al futuro.

Cabe destacar que en 2018 hemos conocido las movilizaciones más multitudinarias que se han celebrado nunca en Nafarroa, tales como las enormes manifestaciones para denunciar la injusticia cometida con los jóvenes de Altsasu y la violación de sanfermines, las movilizaciones del 8 de marzo y las convocadas por las y los jubilados. En general, estamos conociendo un nivel de movilización permanente y muy alto en ámbitos y terrenos muy diferentes (también por los derechos de las y los presos o en diferentes conflictos laborales) y se han convertido en pasos verdaderamente históricos en el espacio en que confluyen las instituciones y los movimientos populares. Ejemplos de ello son que Iruñea se ha convertido en capital mundial de la lucha contra la violencia hacia mujeres o que en el ámbito de la memoria histórica ha pasado de no ser nada a ser una ciudad en la que se están implementando proyectos y caminos punteros. Por todo ello, podemos afirmar que con la llegada del Cambio a las instituciones está sucediendo lo contrario de las tesis que sostienen que el soberanismo de izquierdas y los movimientos populares en general se han “frenado”. Los niveles de movilización son mayores y más modélicos que nunca y, en muchos casos, las instituciones recogen esas reivindicaciones y hacen de altavoz de las mismas.

Antes hemos dicho que está surgiendo un nuevo navarrismo, y pensamos que todas esas movilizaciones en la calle son reflejo de ello. La mayoría social del Cambio está activa y ha construido nuevas identidades navarras y nuevos discursos hegemónicos. En definitiva, la sociedad que se está movilizando y empoderando en las iniciativas contra los sucesos de sanfermines, en solidaridad con los jóvenes de Altsasu o a favor de profundizar en la democracia es la Nafarroa del Cambio. En el otro extremo, la corriente de la txistorra, el piperpoto y el ataque a Skolae se va debilitando cada vez más.

Sin embargo, no podemos olvidar de dónde venimos. No podemos olvidar que, históricamente, el movimiento popular ha trabajado sin ninguna ayuda de las instituciones y casi casi en contra. En condiciones duras, construyendo y trabajando el tejido social. Y ahora tenemos una nueva situación llena de posibilidades. Una situación que nos permite desarrollar una dialéctica fructífera ente las instituciones y la calle.

Esta valoración positiva no nos lleva al conformismo o a minusvalorar las dificultades y contradicciones que hemos tenido durante estos años y que también han sido evidentes. Fundamentalmente, por tres razones.

En primer lugar, debemos tener en cuenta que todo el mundo necesita tiempo para adaptarse a la nueva situación y que el hecho de que las instituciones pasen de estar en tu contra a ser un espacio que te ofrece la posibilidad de colaborar contigo no es un salto menor. Por esa razón, es necesario que la presión y las formas de actuación de los movimientos populares se adapten a un nuevo escenario que ofrece nuevas posibilidades. Evidentemente, no para abandonar la calle, sino para ser lo más eficaz y fructífero posible y para impulsar o acelerar cambios profundos redoblando la influencia de la sociedad.

En segundo lugar, pensamos que el Cambio institucional debería seguir impulsando un modelo democrático de gobernanza y gestión del poder. Y, en ese sentido, nos ha preocupado verdaderamente la tendencia autoritaria que el gobierno de Geroa Bai ha mostrado durante estos últimos meses en conflictos sociales como el del gaztetxe Maravillas o Huerta de Peralta.

Y, finalmente, debemos tener presente que una cosa es la gobernanza de diferentes instituciones y otra que actualmente carecemos de soberanía y, por lo tanto, el trabajo institucional choca constantemente con los límites, obstáculos y trabas que pone el Estado. Por poner un ejemplo, ahí está la limitación que barreras como el límite de déficit suponen en nuestro caso.


No estar en el Gobierno de Nafarroa fue una solución al principio, pero al final se ha convertido frecuentemente en un problema. Se puede decir que habéis sabido gestionar eso. ¿Dónde os situáis de cara al futuro?


“Si las instituciones navarras se dedican a crear un proyecto emancipador y no a mantener la unidad de España, al Estado español ya no le resultará útil el proyecto político representado por UPN”


En 2015, cuando por primera vez en la historia se abrió la posibilidad de llevar el Cambio de la calle a las instituciones, esa fue la prioridad del soberanismo de izquierdas. Desalojar de las instituciones a quienes habían gobernado Nafarroa durante décadas y cumplir el mandato que nos había dado la ciudadanía en el sentido de materializar el Cambio. Esa fue la apuesta diáfana, leal y sincera del soberanismo de izquierdas.

Seguramente por eso, aunque se podrían haber encontrado diferentes fórmulas para conformar el Gobierno de Nafarroa, nuestra prioridad fue materializar ese mandato y pusimos todas nuestras energías en el acuerdo entre las cuatro fuerzas que habían hecho posible el Cambio. Para nosotras y nosotros, ese acuerdo ha sido la gran hoja de ruta del Cambio, y seguimos entendiéndolo así hasta el final de esta legislatura.

En las elecciones municipales y forales de 2019, el Cambio y el Régimen volveremos a medirnos en las urnas. Los objetivos del soberanismo de izquierdas son dos. El primero, que la mayoría del Cambio salga reforzada de las elecciones. El segundo, que el propio soberanismo de izquierdas salga reforzado, manteniéndonos como primera fuerza municipal y renovando nuestra fuerza también desde la perspectiva de Nafarroa.

No obstante, valoraríamos de otro modo las opciones para una nueva composición del Gobierno de Nafarroa. En caso de abrirse una segunda etapa para profundizar en el Cambio, pensamos que lo más razonable sería tender a un esquema y un acuerdo simétrico para compartir las decisiones y responsabilidades de gobierno entre las fuerzas que impulsamos el Cambio. Y superar de alguna manera la asimetría que hasta ahora ha mantenido Geroa Bai con respecto a las demás fuerzas. Lógicamente, el objetivo de ello será darle al Cambio un nuevo impulso, otra profundidad.

En esta legislatura del Cambio, el soberanismo de izquierdas ha expresado clara y diáfanamente que la fuerza del Cambio es él, el soberanismo de izquierdas. Que es el soberanismo de izquierdas el que le da velocidad, profundidad e impulso al Cambio. Y eso manteniéndose siempre fiel y leal al Cambio. Pensamos que una segunda etapa de este nuevo periodo histórico exige indefectiblemente un mayor compartimiento de responsabilidades. El reto consiste en convertir el Cambio en un proceso soberanista para profundizar en la democracia y hacer que la gente viva mejor.


Ahora todo el mundo lo considera normal, pero en un principio fuisteis vosotras y vosotros quienes previsteis la fórmula del cambio político que se avecinaba en Nafarroa. Nadie más le dio claramente la espalda al PSN. Con la perspectiva que da el tiempo, ¿pensáis que acertasteis?


Ha sido el propio PSN el que se ha autoexcluido de cualquier cambio democrático o social. El ejemplo más claro de ello fue el famoso agostazo de 2007. En aquel momento, el PSN estaba entre las fuerzas que a cambio de mantener el Régimen y el sistema establecido renunciaron a cualquier esfuerzo por desalojar de las instituciones navarras a UPN y la derecha, seguramente debido a los vínculos que tenía con UPN, pero también, evidentemente, por su servidumbre y clientelismo hacia ese sistema que llamamos el Régimen.

Según la teoría del quesito de Sanz, sería imposible crear una nueva relación de fuerzas sin contar con fuerzas como el PSN y UPN. Y eso fue precisamente lo que el soberanismo de izquierdas leyó correctamente. Que era posible romper esa teoría del quesito, que había fuerza y pulsión social y política suficientes para crear otra relación de fuerzas. Apostamos por ello, y esa fue una de las claves que hicieron posible el Cambio. Con la perspectiva que nos da el tiempo, y si empezamos a leer lo que está ocurriendo en este momento, vemos que podemos encontrarnos ante un esfuerzo del PSN por blanquear tanto su imagen como la historia que ha tenido en Nafarroa. ¿Por qué? Para proyectarse en un papel de centralidad que nunca ha tenido y presentarse como parte de una alternancia de gobierno sin UPN. Sin embargo, ya conocemos esa música. Lo mismo hizo en 2004 y en 2008. Y luego siempre ha ido con UPN-PP. La cuestión es que, ante la involución autoritaria y antidemocrática que vivimos en el Estado, se están multiplicando las posibilidades de que se justifique con quedar a la par del tricornio formado por el bloque PP-VOX-Ciudadanos, ayudado también por la descomposición que está viviendo Podemos en Nafarroa. En cualquier caso, es bastante esclarecedor que el PSN rechace cualquier posibilidad de acuerdo con el PP pero no con UPN, que se va a presentar a las elecciones junto con el PP.

En última instancia, el PSN sabe que en el periodo del Cambio la sociedad navarra y las relaciones de fuerzas están cambiando. Y el escenario verdaderamente más improbable es que tras las elecciones municipales y forales de 2019 UPN y PSN vuelvan a una situación que permita repetir el regreso del Régimen. Y, de ser así, sería de la mano de un fascismo que ya no se disfraza. Por eso, aunque sea a un nivel meramente discursivo, ha empezado dirigir algunos gestos y mensajes a Geroa Bai. Pero, como hemos visto en esta misma legislatura, su relación y conexión con UPN y con los poderes que pretenden mantener en Nafarroa el sistema clientelar del Régimen no se ha roto, sino todo lo contrario.

Si analizásemos qué y con quién vota el PSN en los ayuntamientos y en el parlamento, comprobaríamos una y otra vez que, junto con UPN y un PP residual, conforma la otra cara del Régimen. Y, por lo tanto, nos gustaría poder comprobar que el PSN ha cambiado y se ha convertido en defensor de un profundo cambio social y político en Nafarroa. Pero, por desgracia, sabemos muy bien cuál ha sido su trayectoria histórica en Nafarroa, y hemos visto muy claramente a qué y con quién ha jugado constantemente durante toda esta legislatura.

Por lo tanto, pensamos que el Cambio debería seguir y debe seguir construyendo y fortaleciendo nuevas relaciones de fuerzas sin esperar al PSN. La cita de las elecciones municipales y forales de 2019 nos ofrecerá una magnífica ocasión para ello.


El Cambio ha sido profundo y, al mismo tiempo, bastante tranquilo, en contra de lo que pronosticaba la derecha, esa derecha que durante décadas ha mandado en Nafarroa. ¿El cambio de gobierno ha supuesto el final de una larga realidad histórica?


“En este momento, el propio Amejoramiento Foral, que jamás fue votado por la sociedad navarra y representa la cara navarra del Régimen del 78, tiene tocadas su viabilidad y su legitimidad. Cerca de un 80% de la sociedad navarra vería con buenos ojos que se le pregunte sobre el estatus que vive”


Quizás es excesivo afirmar que el cambio de gobierno ha traído consigo el final de una larga realidad histórica encarnada por el Régimen, aunque seguramente ha servido para dar pasos fundamentales y decisivos para ir cambiando esa realidad histórica. El Cambio llegó a las instituciones desde la calle, y esa misma legislatura del Cambio está provocando profundos cambios en la sociedad navarra. Pensamos que, ante un “navarrismo casposo” que ha durado largas décadas, esos profundos cambios están creando otro navarrismo, un navarrismo de nuevo corte. Un nuevo navarrismo que frente al Estado, el autoritarismo o el intervencionismo defiende la soberanía y el autogobierno de Nafarroa, su propia identidad jurídica y política. Un nuevo navarrismo que defiende Nafarroa como espacio democrático. Un nuevo navarrismo que, desde la izquierda, apuesta claramente por los derechos sociales y el reparto de la riqueza. Por lo tanto, en nuestra opinión, se están dando profundos cambios tanto en la sociedad navarra como en la manera de entender el navarrismo. La cuestión es si seremos capaces de llevar ese nuevo navarrismo a un nuevo estatus de soberanía para Nafarroa.

Siguiendo la teoría del quesito que hemos mencionado antes, UPN y, en general, los diferentes poderes que han mantenido el Régimen habían construido durante décadas un relato: el Régimen o el caos. Querían hacer creer a la sociedad navarra que no existía ninguna alternativa al Régimen. Si algo ha demostrado esta legislatura del Cambio, ha sido que esa dicotomía que se planteaba era una mera falacia. Ya nadie cree en esa dicotomía del Régimen o el caos. Es más, la proclama ¡qué vienen los vascos! también ha perdido fuerza. Han llegado a la gobernanza de la mayoría de las instituciones de Nafarroa. Y eso no ha traído consigo ningún apocalipsis ni ningún caos. Por lo tanto, al hilo de lo que lo que planteabais en la pregunta, podríamos decir que sí, que quizás la legislatura del Cambio ha sido más tranquila de lo que pronosticaba la derecha y ha abierto nuevos horizontes ante los ojos de la sociedad navarra.

Y podríamos decir más: lo que ha demostrado esta legislatura del Cambio, no solamente desde el Gobierno de Nafarroa, sino también en diferentes pueblos y ayuntamientos, es que existe un camino para hacer mejor las cosas para el conjunto de la sociedad navarra, a la que además, como hemos dicho, le ha abierto nuevos horizontes. Con todo, la ultraderecha navarra representada por UPN no ha conseguido resituarse en esta legislatura. Seguramente porque al comienzo de la legislatura actuó con la esperanza de que esta no duraría hasta el final. Posteriormente, los símbolos que ha utilizado para hacerle frente al Cambio han sido el euskara, la ikurriña o, últimamente, el programa Skolae. En esos tres ejemplos el Régimen ha demostrado que está perdiendo la fuerza que tiene en la calle. Es más, cada vez tiene mayores dificultades para construir discursos que sean hegemónicos. Por poner un ejemplo: hace una década, si Diario de Navarra, como pilar del Régimen, llamaba a acudir a una movilización o concentración, el éxito de esa convocatoria estaba asegurado. Hoy en día, aunque Diario de Navarra ponga a trabajar toda su maquinaria, no consigue movilizar a una gran parte de la sociedad navarra.

¿Y qué hay detrás de eso? En nuestra opinión, la pérdida del proyecto de ese navarrismo españolista y reaccionario que ha representado UPN, el comienzo de la descomposición del proyecto que ha representado UPN. Es preciso recordar que ese navarrismo que representa UPN fue el proyecto político que, a partir de la Transición, se puso en marcha para mantener la unión con España y los intereses económicos y clientelares de determinadas élites, es decir, para mantener eso que llamamos el “corralito foral”. Y hoy en día, unido a la involución del Estado y a la legislatura del Cambio, ante ese nuevo navarrismo que está surgiendo y va construyéndose, hay una pérdida evidente de ese navarrismo reaccionario.

Podríamos decir aún más: ese proyecto político representado por UPN ha sido exitoso en la medida en que le ha resultado útil al Estado, en la medida en que le resultaba útil para mantener tanto la fuerza que tenía en Nafarroa como un cierto distanciamiento o enfrentamiento con respecto a los territorios vascos. Sin embargo, en la medida en que otros agentes empezamos a gestionar las instituciones navarras y, por lo tanto, en lugar de mantener la unidad de España esas instituciones se dedican a crear un proyecto emancipador, al Estado español ya no le resultará útil el proyecto político representado por UPN. Por todo ello, en nuestra opinión, podríamos estar ante el final de ese navarrismo que han querido disfrazar de foralismo al objeto de garantizar la unidad de España. Porque ya no es ni un instrumento eficaz ni un pensamiento eficaz para mantener la unidad del Estado.

En definitiva, el modelo territorial del Estado ha fracasado y, ante esa situación, los poderes del Estado y las distintas caras de la derecha ven dos opciones: obligar a la sumisión a los territorios “desleales” o hacer desaparecer las migajas de autogobierno que hemos conocido. En esa situación, un UPN cada vez más nervioso que se está quedando sin proyecto y sin “misión” ha vuelto a elegir al PP como compañero de viaje. Y, por lo tanto, también a Ciudadanos y Vox. Eso explica el hecho de que acudiese a la movilización de Colón o de que en el Senado haya votado en el sentido de no transferir competencias a la CAV –apoyo a utilizar las transferencias como instrumento de castigo–. Esa nerviosa decisión de presentarse a las elecciones españolas, navarras y municipales junto con el PP puede ayudarle a superar el trance de los próximos comicios, pero a medio-largo plazo sitúa el proyecto de UPN al borde de la muerte: por una parte, por el hecho de juntarse con un PP totalmente manchado por la corrupción; y, por otra parte, porque sus alianzas las ha construido con quienes quieren la recentralización y la desaparición del régimen foral vigente.


¿A qué nos referimos cuando hablamos del Régimen en Nafarroa?


El Régimen es un monstruo de muchas patas que ha hecho posible la subordinación de Nafarroa al Estado español y el dominio de las élites españolistas reaccionarias. Dicho de otro modo, ha sido y es un sistema político, jurídico, económico, social y cultural que tiene muchas y diferentes patas.

Por lo tanto, cuando en Nafarroa hablamos del Régimen no nos referimos únicamente a la supremacía institucional de UPN, que ha durado décadas. Nos parece fundamental aclarar eso. Si bien en los últimos años se han dado cambios de gobierno y la pérdida de poder institucional ha sido total, todavía estamos lejos de reemplazar completamente al Régimen, aunque tenemos que decir alto y claro claro que el Cambio ha sido un paso indispensable para fortalecer ese proceso de deconstrucción.

Consideramos importante subrayar que, durante décadas, en Nafarroa hemos conocido un Régimen excluyente, un Régimen de excepción, un Régimen que se construyó desde Madrid por la fuerza y que utilizó todas las formas de represión para impedir la ruptura democrática con el Régimen del 78. Se impuso el modelo de la Navarra foral y española, vendiéndonos que ser comunidad foral de España era beneficioso para Nafarroa, es decir, que era modelo de bienestar. Además, mientras presentaban al abertzalismo como el gran enemigo de Nafarroa (“los vascos vienen a acabar con Navarra”), la defensa de Navarra estaba representada por un proyecto que garantizaba la unión con España.

A ojos de muchas y muchos navarros, el Régimen funcionaba, y lo apoyaron hasta que fue hegemónico, hasta hace casi una década. Ahora, el proceso de cambio y el poder institucional logrado han acelerado profundos cambios, hasta conseguir empezar a revertir esa relación de fuerzas hegemónica.


Analizar qué fuerza ha tenido y tiene el Régimen del 78 puede ayudar a entender cómo hemos llegado a este nuevo tiempo en Nafarroa. ¿Cómo lo veis?


El Régimen del 78 está acabado. Como hemos dicho muchas veces, tres son las principales razones de ello: en primer lugar, la lucha que el movimiento vasco de liberación ha desarrollado durante largas décadas; en segundo lugar, la incapacidad del Estado español de ser viable ante la crisis financiera y económica; y, en tercer lugar, el golpe definitivo que le ha asestado el proceso independentista catalán.

No obstante, ha visualizado una nueva relación de fuerzas que no existía en 1978 en el Estado español, y esa relación de fuerzas ha abierto el camino para una contrarreforma basada en autoritarismo, en la recentralización, y también en el fascismo. Frente a ello, Euskal Herria (y concretamente Nafarroa) ha tomado la dirección contraria. En el caso de Nafarroa, el nuevo ciclo histórico abierto por el Cambio apunta en otra dirección. En este momento, el propio Amejoramiento Foral, que jamás fue votado por la sociedad navarra y representa la cara navarra del Régimen del 78, tiene tocadas su viabilidad y su legitimidad. Cerca de un 80% de la sociedad navarra vería con buenos ojos que se le pregunte sobre el estatus que vive. Cerca de un 60% de la sociedad navarra vería con buenos ojos que se abra el debate sobre ese nuevo estatus. Ahí tenemos el reto.

Para el independentismo vasco y para todas y todos los progresistas y demócratas de Nafarroa en general adquirirá enorme importancia que en los próximos años se abra el debate sobre el Estatus de Nafarroa. Como hemos dicho, podemos estar en un contexto apropiado para emprender un nuevo camino basado en la democracia, los derechos sociales y la soberanía de Nafarroa, un camino que vaya en dirección contraria a las pulsiones que tienen fuerza en el Estado.

En este contexto de contrarreforma basada en la recentralización que se vive en el Estado español, hay quien piensa que tenemos que limitarnos a defender el autogobierno y las instituciones que actualmente tiene Nafarroa. Y, ante ello, pensamos que tenemos que decirle la verdad a la gente. Que, sin renunciar a defender ese autogobierno y esas instituciones, hoy por hoy no es posible asegurar ni siquiera esas migajas si las relaciones entre Nafarroa y el Estado no se definen de otra manera y de igual a igual, pues, de lo contrario, el Estado medirá en función de sus intereses cuáles son o no son los desarrollos o posibilidades de ese autogobierno y esas instituciones. Como decíamos antes, ante el contexto de sumisión o desaparición, la única opción que nos queda es hacer nuestro propio camino.

Un ejemplo de ello lo tenemos en que el parlamento de Nafarroa es, por detrás del de Catalunya, el que más veces ha sido condicionado por el Tribunal Constitucional, que le ha anulado más de 17 leyes aprobadas democráticamente. Por lo tanto, en este contexto de involución y recentralización, la única y más eficaz manera de defender la identidad jurídica y política de Nafarroa es abrir el debate sobre su Estatus y analizar cómo se pueden regular de igual a igual las relaciones entre el Estado y Nafarroa.

Así pues, la apuesta del soberanismo de izquierdas en Nafarroa es clara: pensamos que hay que abrir cuanto antes el debate sobre el estatus político y jurídico de Nafarroa. Tenemos que poner en marcha un nuevo proceso constituyente para alcanzar un nuevo Estatus jurídico y político en Nafarroa. Y, en esa dirección, tres son las claves fundamentales: en primer lugar, hay que preguntar a la sociedad navarra sobre ese estatus jurídico y político, vía referéndum; en segundo lugar, tiene que servir para que la gente viva mejor, para profundizar en democracia y en derechos; y, en tercer lugar, no entendemos ese proceso constituyente en coordenadas de subordinación al Estado español.

Por lo tanto, para el soberanismo de izquierdas de Nafarroa resulta imprescindible convertir el proceso de cambio en proceso soberanista, y esa será una de las grandes prioridades de la siguiente etapa del Cambio, ya que mientras no abordemos el debate sobre el estatus jurídico y político el proceso de cambio no podrá avanzar, ni siquiera desde el punto de vista de la democracia y los derechos sociales.


El Régimen difícilmente volverá tal y como era. Pero también pueden preverse escenarios más difíciles. Por ejemplo, si la extrema derecha se hace con el poder en Madrid e irrumpe en nuestras instituciones. ¿Cómo se le puede hacer frente desde Nafarroa a esa tendencia?


“En este contexto de involución y recentralización, la única y más eficaz manera de defender la identidad jurídica y política de Nafarroa es abrir el debate sobre su Estatus y analizar cómo se pueden regular de igual a igual las relaciones entre el Estado y Nafarroa”


Por desgracia, y llevamos tiempo diciéndolo, la tendencia de fondo que se percibe en el Estado español es la de la involución antidemocrática y la recentralización. Ante la crisis del Régimen del 78 y frente al malestar y la indignación crecientes que está provocando el neoliberalismo, cada vez están adquiriendo más fuerza las respuestas de corte reaccionario, con la extrema derecha en plena ofensiva. La ola ultraderechista ha llegado cuando el modelo territorial está en crisis, lo cual también repercute en Nafarroa.

Diferentes sectores han leído claramente que en Nafarroa estamos poniendo en jaque al Régimen del 78, y esa es la razón por la que han hablado directamente de la reconquista de Nafarroa. Dicho de otro modo, su objetivo es el regreso del Régimen.

La ola de nacionalismo español la hemos conocido durante décadas de la mano de UPN y, por lo tanto, en Nafarroa hace ya mucho tiempo que empezamos a luchar contra el fascismo. En el contexto actual, pensamos que la manera más eficaz de levantar un dique de contención ante esta ola fascista es impedir que vuelva el Régimen y profundizar en la vía del Cambio. Tenemos claro que la batalla política se la tendremos que plantear desde las instituciones, mediante nuevas iniciativas en el ámbito social e impulsando el trabajo en común entre todos los sectores progresistas que estamos a favor de la libertad, los derechos humanos y los derechos sociales.


Desde el punto de vista de la territorialidad, ¿qué se ha hecho bien y dónde hay que acertar?


“Para el soberanismo de izquierdas de Nafarroa resulta imprescindible convertir el proceso de cambio en proceso soberanista”


Actualmente, las condiciones para sacar adelante en Euskal Herria un proyecto de país son mejores que nunca, porque la reciente creación de la Mancomunidad Única en Ipar Euskal Herria y la puesta en marcha del proceso de cambio en Nafarroa por una parte y la relación de fuerzas que tenemos en la CAV por otra multiplican las posibilidades de elaborar por primera vez un proyecto cohesionado entre los territorios vascos y como país.

Por otra parte, tendríamos que subrayar que el desarrollo de la estrategia confederal hace que tengamos muchas más posibilidades de fortalecer ese proyecto unitario de toda Euskal Herria consiguiendo mayorías democráticas en cada ámbito territorial. La clave para ello será abrirle las puertas a una nueva etapa de Euskalerrigintza en el siglo XXI. Despertar en este pueblo un nuevo renacimiento social y cultural. Y, como hemos dicho, podríamos estar en unas condiciones inmejorables para ello.
Pero, analizando la situación desde Nafarroa, también hay que hacer otra reflexión. Nafarroa ha sido cuestión de Estado para el Estado. Perpetuando la división territorial y manteniendo a Nafarroa enfrentada con el resto de territorios vascos han buscado impedir un proyecto independentista vasco. Sin embargo, el proceso de cambio ha desactivado el seguir utilizando a Nafarroa como pretexto para poner en marcha un proyecto vasco soberano e independiente. Muy al contrario, el proceso de cambio que se ha abierto en Nafarroa multiplica las posibilidades para construir ese proyecto de país libre que hemos mencionado.

Seguramente por eso, aunque en otras coordenadas, en los próximos meses Nafarroa se va a convertir en cuestión de Estado, en el creciente proceso de recentralización y autoritarismo. Por esa razón, cuando las pulsiones fascistas que están cogiendo fuerza en el Estado hablan de reconquista, tienen a Nafarroa en el punto de mira.

Por lo tanto, ahí tenemos el desafío. Profundizando en el camino del Cambio y si conseguimos dar pasos decisivos para convertirlo en proceso soberanista de Nafarroa, la territorialidad, más que en un problema, se convertirá en el principal acicate para conseguir un proyecto libre para Euskal Herria. Sin ninguna duda, Nafarroa tendrá un papel de primer nivel y primera línea en ese camino.


Los datos del Cambio


Zabaleta y Romeo dicen que el Cambio ha mejorado las condiciones de vida materiales de la gente. Han dado un dato significativo: para cuando termine la legislatura, en abril de 2019, se habrán aprobado unos 100 proyectos de ley. A modo de ejemplo comparativo, en el parlamento de la CAV solo se han aprobado tres por ahora.

“Se han aprobado numerosas leyes de contenido social”. Aunque llevaría tiempo enumerarlas todas, han mencionado algunas: el esfuerzo que se está haciendo para compensar las pensiones más bajas, la Ley de Vivienda, la Ley de Régimen Local –“es un paso decisivo que se ha dado para renovar desde la horizontalidad las administraciones locales de Nafarroa y acercarlas a la ciudadanía”–, o la ley del Fuero Nuevo, mediante la cual las relaciones privadas entre la ciudadanía se han situado en coordenadas progresistas del siglo XXI.

Pero, más allá de todos esos proyectos de ley, “se han dado muchos pasos en el camino de la democracia y del reconocimiento de diferentes sectores que han estado silenciados y marginados”. “Por ejemplo, en el ámbito del reconocimiento de los derechos de las mujeres. La legislatura del Cambio ha garantizado que, por primera vez, las mujeres de Nafarroa tengamos el derecho real a abortar en Nafarroa. O el reconocimiento y el amparo legal de los colectivos LGTBI*. Y también se le han abierto las puertas a la posibilidad de estudiar en euskara en toda la red pública de Nafarroa. Y también se han dado pasos para el reconocimiento de las personas asesinadas como consecuencia de la violencia de Estado.”

No obstante, “cabría decir que el cambio ha ido demasiado despacio en muchas cosas, y tendríamos razón”. Entre las carencias han mencionado la falta de reconocimiento institucional hacia los cientos de navarros y navarras que han sufrido tortura, así como la superación de la Ley del Vascuence del 86. “También en fiscalidad, los pasos para conseguir una distribución más justa de la riqueza han sido más flojos de lo que hubiéramos querido”, han añadido.


Aquella asfixiante situación


Durante largas décadas, las instituciones dirigidas por las fuerzas del Régimen les han dado la espalda a los movimientos y las reivindicaciones populares. Es más, en Nafarroa han vivido en una situación de permanente represión y persecución. “Hasta hace poco, la celebración del Olentzero estaba prohibida en muchos pueblos y barrios, o el año anterior a la llegada del cambio al ayuntamiento de Iruñea la alcaldía de UPN prohibió el acto de homenaje a Nagore Laffage.” Han añadido que muchas veces las personas tenemos la “memoria corta”, pero apenas han pasado 6 años desde aquella situación.

Han puesto como ejemplo el movimiento de los gaztetxes, que en “Nafarroa tiene sólidas raíces”. Durante largas décadas, hasta el desalojo del gaztetxe Euskal Jai de Iruñea, los gaztetxes habían sido agentes populares, “importantes espacios para la cultura o la autoorganización, en un ambiente de represión y negación, junto con otros agentes: centros de trabajo, centros de enseñanza, asociaciones vecinales…”, como recuerda Zabaleta. Hoy en día, en Nafarroa hay más de 17 espacios gestionados directamente por la ciudadanía y la juventud, así como numerosos proyectos innovadores gestionados junto con los ayuntamientos. Por lo tanto, “el Cambio ha servido para provocar un nuevo florecimiento en la relación entre el tejido social y las instituciones, en los espacios autogestionados. Y ya no lo hacen dándose la espalda, sino construyendo nuevos horizontes para la expresión, la organización y el empoderamiento de la sociedad”.