SINADURAK

Raul Zelik

Politologoa eta idazlea

¿Cómo terminó la especulación inmobiliaria en Berlín?

2022-06-30

Durante muchas décadas, Berlín era una ciudad de viviendas bastante asequibles. Como en toda Alemania, la mayoría de las personas vivían como inquilinos y se beneficiaban de la elevada tasa de propiedad común. ​​​​​​​En Berlin Oriental, la vivienda estuvo casi completamente socializada hasta 1990 y las empresas públicas de vivienda mantuvieron gran parte de este patrimonio social.


Foto. Unsplash / Jeison Higuita

 

En la parte occidental, en cambio, la “amenaza comunista“, la política de vivienda socialdemócrata y el movimiento de okupas de los años ochenta pusieron límites a los mercados inmobiliarios. A partir del año 2000, sin embargo, esta situación cambió drásticamente. Casos de corrupción masiva (de políticos de derechas) hicieron que el banco público berlinés LBB casi entrara en quiebra. El nuevo gobierno de centro-izquierda salvó al banco vendiendo 65.000 pisos de propiedad pública y de preferencia social. Los problemas de sobreacumulación del capital internacional hicieron lo suyo: los patrimonios de todo el mundo se refugiaron en espacios especulativos (bolsa, inmuebles, tierras …) y, gracias a sus bajos precios de vivienda, Berlín se convirtió en un verdadero El Dorado de la especulación inmobiliaria. Fondos e inversores de todo el mundo desubrieron la ciudad alemana como un puerto seguro para su patrimonio.

En solo 15 años, los precios de pisos se multiplicaron por diez en algunas partes de Berlin; los nuevos contratos de alquiler han subido en promedio casi un 100 por ciento desde el 2012. Esto hizo que se formara una amplio movimiento de resistencia contra los subida de los alquileres y la venta de viviendas a fondos inmobiliarios. Surgieron muchísimas iniciativas locales que con el tiempo empezaron a coordinarse y a impulsar un debate sobre cómo el movimiento de inquilinos pudiera salir de la defensiva. Por sorpresa de todas y todos, descubrieron un artículo de la constitución alemana.

 

«Berlín se convirtió en un verdadero El Dorado de la especulación inmobiliaria. Fondos e inversores de todo el mundo desubrieron la ciudad alemana como un puerto seguro para su patrimonio»

 

Esta surgió en 1949 como una verdadera “condensación material de las relaciones sociales de fuerzas“. Después de que el nazismo y sus aliados en el empresariado alemán habían arrasado a toda Europa, el sistema capitalista era profundamente desacreditado. Por consiguiente, no sólo la izquierda, sino también la socialdemocracia, los sindicatos e incluso corrientes de la Democracia Cristiana abogaban por la socialización de la industria y las infraestructuras, lo cual se expresó también en la constitución. Aunque la legislación alemana en general protege a la propiedad privada, un artículo de la constitucion abre la posibilidad a la transición a una sociedad socialista. Si es por el bien común, el artículo 15 permite la socialización de la propiedad privada.

Por lo tanto el movimiento de inquilinos de Berlín impulsó una Iniciativa Legislativa Popular para que los fondos inmobiliarios que poseen más de 3.000 pisos en Berlín, fueran expropiados por una ley de la comunidad autónoma de Berlin. Para ello, la campaña recogió unas 77.000 firmas en una primera etapa del referendum a mediados del 2019 y otras 350.000 firmas en la segunda etapa (febrero a junio 2021). 

 

«Por lo tanto el movimiento de inquilinos de Berlín impulsó una Iniciativa Legislativa Popular para que los fondos inmobiliarios que poseen más de 3.000 pisos en Berlín, fueran expropiados por una ley de la comunidad autónoma de Berlin»

 

La campaña Deutsche Wohnen & co Enteignen fue exitosa porque logró combinar dos elementos. Primero, los activistas se hicieron inspirar por las experiencias del “organizing“ estadounidense. Cada militante de la campaña participó en un taller donde aprendió cómo dirigirse a la gente en la calle o en las puertas de las casas porque en un edificio uno solo dispone de pocos segundos para explicar la iniciativa y ganar el apoyo de la gente. De este modo, miles de personas re-aprendieron las formas de hacer política convirtiéndose en multiplicadores mucho más seguros. El segundo aspecto esencial fue el hecho de que la campaña pasó sistemáticamente de los barrios céntricos donde el apoyo al referéndum era amplio desde el principio, a las zonas más periféricas y “difíciles”, donde la pobreza y la despolitización se retroalimentan. Cientos de militantes se trasladaron a otras zonas para recurrir bloques enormes de vivienda social. 

Este trabajo colectivo y participativo de hormigas finalmente tuvo sus frutos. La campaña obligó al Estado a realizar el referendum junto a las elecciones federales del 26 de septiembre. Todos los partidos políticos con excepción de DIE LINKE (y parte de los verdes) se declaró en contra de la expropiación por lo cual se esperaba un resultado ajustado en el mejor de los casos. No obstante, el resultado fue contundente. El 56,4 por ciento votó a favor de la expropiación del gran capital inmobiliario, solo un 39 por ciento en contra. 

Es llamativo que este referendum local con un claro perfil socializador e incluso anticapitalista logró movilizar más votos que los tres partidos del gobierno de centro-izquierda. Mientras que 390.000 berlinenses votaron por el SPD, 343.000 por los Verdes y 255.000 por DIE LINKE, más de un millón de personas optaron por la propiedad común de la vivienda.

 

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