1975 fue un año importante en la historia de Euskal Herria. En medio de los procesos de liberación y de las revoluciones que se estaban gestando en aquel mundo focalizado en dos polos, nuestro pueblo luchaba con afán de vida contra la opresión española y francesa. Corresponden a aquel año los últimos coletazos de los 40 años de la cruel dictadura franquista. El dictador murió matando en la cama. Txiki y Otaegi fueron fusilados por pelotones voluntarios de la Guardia Civil. La dictadura dejó atada y bien atada su sucesión, con el objetivo de garantizar la unidad de España. La ruptura democrática o la reforma, he ahí la encrucijada.
Los fascistas se convirtieron de la noche a la mañana en demócratas. En los aparatos de Estado no se produjo ninguna ruptura. La llamada transición española fue un pacto entre élites para proteger los intereses de la oligarquía capitalista y garantizar la unidad de España.
50 años no han pasado en balde. La izquierda abertzale, cual mimbre, se ha mantenido en sus objetivos con firmeza, pero mostrando la flexibilidad suficiente para adaptarse a cada situación. Comprometidas y comprometidos con la libertad, Askatzera Lotuak, esta comunidad se reafirma en el compromiso de seguir luchando por los mismos objetivos por los que dieron su vida Txiki y Otaegi.
Las opresiones estructurales persisten, siguen ahí, tanto a nivel internacional como en Euskal Herria, pero el contexto ha cambiado mucho. El mundo de dos polos sucumbió bajo la espuma de la victoria descorchada por el neoliberalismo; y ahora que dicen que nos dirigimos hacia un mundo multipolar, la competencia es cada vez más cruda. En Euskal Herria, se tomaron decisiones políticas que sostuvieron la división territorial a través de procesos constitucionales y estatutarios. Durante todos estos años se han realizado numerosos intentos de consensuar unos mínimos democráticos y resolver el conflicto político. Hoy, el movimiento de liberación está inmerso en el intento de dar un salto adelante en el nivel de soberanía de nuestro pueblo.
Estos cambios son el tema que tratamos en este número 14 de la revista Erria. Transcurrido el primer cuarto del siglo XXI, el proceso y el movimiento de liberación deben adaptarse de cara a las próximas décadas. ¿Cómo imaginamos los futuros deseables? ¿Qué tipo de internacionalismo debemos abordar? Teniendo en cuenta la experiencia que hemos acumulado en estos 50 años, ¿qué propuestas y estrategias necesitamos para avanzar hacia la independencia de nuestro país? ¿Qué tipo de estrategias deberíamos utilizar para reforzar los sentimientos de pertenencia a nuestra nación?
Son preguntas importantes, y las respuestas serán, probablemente, muy parciales. No pretendemos que nuestras respuestas sean rotundas, categóricas, pero creemos que en estos dossieres se ofrece alguna pista para la reflexión. Y, es que, transcurridos 50 años desde que el franquismo quiso asestar el golpe mortal a Euskal Herria, seguimos vivas/os y coleando.