Argazkia. Unsplash / Anne Nygård
2. Finales de los 90 y principios del 2000 la sustitución del carbón por el gas
Es a finales de los 90 y en la primera década de 2000 cuando hace una nueva apuesta por la producción de energía a gran escala, como se hizo en los años 60 y 70. En esta apuesta viene condicionada por los mandatos internacionales medioambientales, para sustituir el carbón. Así se pone fin al ciclo de vida de las térmicas. Si bien en 1985 se cierra la central de Burtzeña, no va a ser hasta la primera década de 2000 hasta que el carbón, altamente contaminante, sea sustituido por el gas. La apuesta principal va ser el gas natural: de nuevo una materia de origen fósil, no renovable, que debe ser importada. Es una apuesta por la que no se ha querido apostar en los años 60 y que en lo años 80 no ha sido optimizada sacándole mayor rendimiento.
Se construyen las principales infraestructuras de producción de energía masiva, que funcionan en nuestros días. Se trata de la regasificadora del puerto de Bilbao, propiedad al 50% del EVE y la empresa Enagas. Y se trata de las centrales de ciclo combinado de gas: Santurtzi propiedad de Iberdrola (los grupos que funcionaban con carbón comenzaron a ser desmantelados en 2010), Castejón, una planta propiedad de Iberdrola, y otras dos propiedad de la empresa Total Energies al comprársela a la española EDP y Zornotza que ha ido pasando por diferentes propietarios (en la actualidad es propiedad de una sociedad formada por dos fondos de inversión suizos-norteamericanos). Este baile de propietarios se debe a las ventajas y posibilidades de negocio que estas plantas de producción anunciaban en 2018-2019. Ya que la electricidad que generan ha sido vendida a uno de los precios más altos de Europa y que además el cierre previsto de las dos térmicas de carbón que quedan en el Estado español supondría un 14% de electricidad a generar, lo que no podría ser generado por renovables. Así, por ejemplo, Iberdrola relanza en 2020 la producción de gas combinado en su central de Castejon, despues haber estado prácticamente inactiva desde 2013.
En consecuencia y a pesar existir una conciencia mundial por la descarbonización y de poseer tecnología y saber hacer, las energías fósiles –el gas– son las que copan el mayor numero de inversiones, sustentándose sobre ellas las bases de la producción energética frente a las energías renovables. Y aumentando la dependencia energética de Hego Euskal Herria.
«Las energías fósiles –el gas– son las que copan el mayor numero de inversiones, sustentándose sobre ellas las bases de la producción energética frente a las energías renovables»
En este periodo se da otro hecho que afecta de forma importante a la producción de gases de efecto invernadero, facilitando las necesidades de grandes industrias e incluso en algunas aprovechando sus procesos industriales: nos referimos a la cogeneración. Así las incineradoras de residuos urbanos son consideradas plantas de revalorización energética al quemar los residuos, como las cementeras, las papeleras… Las grandes industrias en general satisfacen así una parte de sus necesidades energéticas con un modelo que las situá en las listas medioambientales en Euskal Herria como las empresas con mayores emisiones de CO2 a la atmósfera. Es no solo un problema ecológico sino socioeconómico por la importancia que tiene la industria en nuestro país, tanto en clave de dependencia energética, como porque gran parte de la energía producida es responsable de la crisis climática que vive el planeta.
El proyecto de cogeneración más polémico y que conllevo una importante protesta popular fue el de la planta de IGCC de Petronor, la planta de coque o de ciclo combinado de gas. Petronor-Repsol han tratado de defender las intenciones verdes de las instalaciones de cogeneración, vendiéndonos la bondad de sus objetivos: la reducción de emisiones de CO2. LA IGCC ha consolidado a Petronor en el principal emisor de gases de efecto invernadero en Euskal Herria y uno de los mayores de Europa. En el primer proyecto de la IGCC, participaban Petronor e Iberdrola al 50%, hasta que Iberdrola vendió sus acciones saliéndose del proyecto. Iberdrola también ha estado presente en otros proyectos importantes de cogeneración en Euskal Herria como el de la planta de Michelin en Gasteiz, una de las empresas que más CO2 expulsaba a la atmósfera en Araba. A partir de 2019 Iberdrola, en una nueva estrategia empresarial anunciaba su intención de deshacerse de sus participaciones en el negocio de la cogeneración. El difícil reto de la descarbonización para la industria ha llevado a que la defensa de la excepcionalidad de la península ibérica y la defensa de la cogeneración hayan sido una prioridad política para el PNV.
Esta apuesta económica por el gas natural, ha llevado durante estos últimos años a un debate socio-económico y a una movilización popular importante, al intentar imponerse una técnica extractiva de gas altamente agresiva con el medio ambiente: el fracking. La batalla más determinante ha sido la de la explotación del yacimiento de Subillana-Armentia, en Araba. La existencia de este yacimiento anunciado públicamente en 2011 por el lehendakari Patxi Lopez, en su viaje a EEUU utilizándolo como reclamo mediático para competir ante el anuncio de cese definitivo de la actividad armada de ETA. Es una batalla económica y popular todavía presente. Ante los anuncios de abandono del proyecto en diferentes decisiones políticas y legales, forzadas por la movilización social, se enfrentan las presiones políticas para explotar el gas de los presidentes de las empresas del oligopolio español como Petronor-Repsol y Enagas o también del PP.
«LA IGCC ha consolidado a Petronor en el principal emisor de gases de efecto invernadero en Euskal Herria y uno de los mayores de Europa»
Hemos comentado la interesante posición de partida que tenía este país en la tecnología de las energías renovables, en especial de las eólicas, pero aun así ha sido la gran olvidada, salvo el desarrollo experimentado en Nafarroa, el primer parque eólico de la EAE no se construirá hasta 1999, y la potencia instalada ha sido mínima, no realizándose ningún proyecto de instalación de energía eólica en la CAV desde 2006. Incluso las buenas posiciones industriales tomadas sobre esta industria se van a ir perdiendo: Eolicas del Euskadi empresa creada por el ente publico EVE con Iberdrola al 50% pasa a manos de Iberdrola en su totalidad en el 2007; Gamesa es devorada por Siemens y vinculada al futuro y los intereses económicos de esta multinacional, lo que pone en peligro sus inversiones de Euskal Herria.
Por lo tanto en el actual momento donde la crisis climática es una emergencia que nadie puede ocultar, las apuestas de los últimos 60 años han lastrado nuestra posición como país hasta extremos preocupantes. Falta de acción, dependencia de los combustibles fósiles, pérdida de posición por falta de una apuesta clara por las renovables... el primer campo fotovoltaico se ha construido tan tarde como 2019, y con una dependencia total en la producción de energía.
Las empresas del oligopolio que condicionan nuestro futuro también están buscando cómo situarse en este momento mundial. Iberdrola en el ultimo tiempo ha entrado y salido de diferentes proyectos, comprando y vendiendo acciones. Se ha salido de Gamesa. También parece que quiere desprenderse del negocio de la cogeneración y anuncia su intención de querer centrase en ser una de las empresas europeas más potentes en la energía renovable. Mientras Repsol-Petronor sigue manteniendo su recelo sobre las renovables a las que no termina de considerar económicamente lo suficientemente rentables. En los diferentes foros defiende la utilización de todo tipo de energías. Sin ir más lejos, Josu Jon Imaz se ha presentado como defensor público tanto de la energía nuclear como de la explotación del gas de Armentia mediante fracking, mientras trata de presentarse también como el pionero del hidrógeno verde, captando para ello los recursos económicos públicos y los fondos europeos con su proyecto de hidrógeno verde en el puerto de Bilbao.
Estamos ante una nueva fase, donde la coexistencia de la emergencia climática, y la aceleración de las tensiones geopóliticas en el orden mundial, con la guerra de Ucrania, nos interpelan directamente como pueblo. Exigiéndonos acciones tanto en el control del mercado eléctrico y de los combustibles, la producción de energía, y la transición energética al mismo tiempo. También en cómo los recursos públicos van a ser utilizados, los económicos, los suelos, como se va responder a las necesidades de la población y de la industria, y a la propia supervivencia del planeta.
Argazkia. Unsplash / Sander Weeteling
Conclusiones