SINADURAK

Rafa Diez Usabiaga

Sortuko kidea

Luchas que marcan

2021-03-02

La semana pasada se cumplieron 45 años de una de las huelgas históricas en el preludio de la transición en Euskal Herria. Me refiero a la lucha protagonizada por trabajadoras y trabajadores de Michelin-Lasarte que duró mas de 100 días y fue vivida con una gran intensidad y tensión.


Argazkia. Creative Commons Attribution 2.0 Generic license / Gipuzkoa Kultura

 

La empresa tenía entonces más de 3.500 trabajadoras y en su gran mayoria vivían en un Lasarte transformado radicalmente en base a la emigración emanada de la evolución de esta empresa en la década de los 60 y 70. Yo llevaba año y medio trabajando en la empresa y mis inquietudes, sacudidas por las movilizaciones del fin del franquismo y los fusilamientos del 75, se engarzaron con la lucha sindical en la enorme experiencia que significó esta larga y dura lucha obrera.

En aquel momento una de las claves en los primeros brotes de negociacion colectiva era el reconocimiento de la representación real y directa de los trabajadores. Las empresas jugaban con el sindicalismo vertical, jurados de empresa, para unas relaciones laborales a su medida y una de las batallas de la época era ese reconocimiento de las denominadas comisiones representativas elegidas directamente por las asambleas de empresa.

 

«La lucha protagonizada por trabajadoras y trabajadores de Michelin-Lasarte que duró mas de 100 días y fue vivida con una gran intensidad y tensión»

 

En el caso de Michelin fue similar. Los trabajadores eligieron representantes y definieron una plataforma reivindicativa. Pero la respuesta de la multinacional fue expeditiva. No querían abrir una nueva epoca en los estertores del franquismo. No estaban dispuestos a renunciar al modelo vertical y paternalista que estaban heredando de la dictadura e intentaban frenar cualquier cambio en las relaciones laborales que reforzase la posicion reivindicativa del colectivo trabajador. El resultado fue un choque brutal entre la imposición patronal y la articulación de una dignidad de clase, conciencia de clase, a través de propuestas y lucha. La lucha fue la academia para el desarrollo de una enorme conciencia colectiva que permitió el desarrollo de la confrontación durante mas de tres meses frente la Guardia Civil, Policia Armada y las maniobras de la patronal con sus chivatos y quintacolumnistas

En aquellos momentos el sindicalismo era incipiente. Había corrientes sindicales pseudo clandestinas, movimientos sociopoliticos... que intentaban vanguardizar las luchas pero la clave estaba en un movimiento asambleario convertido en instrumento de reforzamiento colectivo, en alimento ideológico y pedagógico para asentar las bases y lineas de actuacion en el conflicto y, sobre todo, en fuente de una solidaridad colectiva que rompía todas las maniobras de la empresa.

Resistencia y solidaridad eran las claves. Resistencia ante una multinacional que apostó por aguantar el cierre productivo con los costes que le generaba antes de aceptar las propuestas obreras y asumir otro modelo de relaciones laborales interno. Eso conllevaba a las familias trabajadoras resistir semanas y semanas sin salario en unas condiciones de vida muy diferentes a las actuales. Y para ello la solidaridad fue clave. La creación de una caja de resistencia colectiva, realizando iniciativas de todo tipo y vendiendo bonos de ayuda por todo Gipuzkoa para abordar las situaciones más acuciantes y la distribución de comida que se recogía de la solidaridad de otros colectivos de clase fueron los instrumentos para responder a la estrategia de cierre patronal de la empresa.

 

«Resistencia y solidaridad eran las claves. Resistencia ante una multinacional que apostó por aguantar el cierre productivo con los costes que le generaba antes de aceptar las propuestas obreras y asumir otro modelo de relaciones laborales interno»

 

Y por supuesto la solidaridad de clase, la extensión de la lucha: extensión de la lucha en otras empresas de Michelin en Euskadi y el Estado; extensión de la lucha en el conjunto de la multinacional impulsando el que sería uno de los primeros paros europeos en las factorías de Michelin en el Estado francés, Reino Unido e Italia; extensión de la lucha con Huelgas generales o intersectoriales en distintos ámbitos territoriales.

 

Argazkia. Barrio de Zaramaga, en Vitoria-Gasteiz. Mural alusivo a los sucesos del 3 de marzo de 1976. Wikipedia Commons / Zarateman

 

En esa batalla de cien días se dieron las luchas que llevaron en Gasteiz al sangriento 3 de Marzo. Los sucesos de Zaramaga los vivimos como propios ya que uno de los objetivos de la empresa, con la colaboración de Gobierno Civil y las fuerzas represivas, era romper el movimiento asambleario prodigando prohibiciones y persecución a las asambleas obligándonos a buscar iglesias y sitios inverosímiles para mantener las mismas como motor de la lucha abierta. El asedio a la iglesia en el barrio de Zaramaga de Gasteiz buscaba tambien romper los mecanismos de reproducción y cohesión de los trabajadores en lucha.

Cien días de lucha, compromisos, rabia y lagrimas. Cien días de conflicto que no pudieron derrotar a un Michelin que impuso un final con despidos para asumir algunas reivindicaciones obreras. Fue una prueba dura que marcó la evolución de la empresa, que dio paso a otra etapa en las relaciones laborales y posterior evolución del sindicalismo. Hoy, 45 años después, es necesario reivindicar el recuerdo de una lucha que no fue una victoria pero que abrió muchas conciencias y desarrolló un orgullo de clase en todos y todas las que participamos en ella. Un proceso que nos permitió desarrollar nuestra militancia sindical y politica en un LAB que todavía era una organización de masas en proceso a convertirse en el sindicato actual. Y, asimismo, nos permitió interiorizar algo que tiene un valor enorme en la actualidad a la hora de enfrentarnos a las múltiples necesidades reivindicativas actuales tanto en el plano nacional como social: una lucha se puede perder o ganar pero si no luchas ya has perdido.

 

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