Jokin Aspiazu Crballo, Virus 2017
Anular, reformar, transformar la masculinidad es una decisión política y tenemos que tener la capacidad de responder y de reformular. Así mismo, hay que generar ransformaciones en los roles de género. Poner en discusión "ser hombre" e iniciar una obra de deconstrucción: ¿es posible? ¿cómo se puede deconstruir una identidad arraigada en poderes y privilegios? Lo importante es evitar la parálisis en este tema.
¿Cuáles son las debilidades de los grupos de hombres por la igualdad? ¿Qué tienen que hacer? Los debates en torno a la masculinidad y la creación de grupos de hombres, han carecido hasta ahora de una revisión crítica sobre su verdadero alcance transformador. En Masculinidades y feminismo, se cuestiona la noción, a priori positiva, de nuevas masculinidades.
Por lo general, estas se componen de adultos heterosexuales, de clase media blanca y con núcleos familiares heteronormativos que, a menudo, excluye a las masculinidades homosexuales, afeminadas, trans*, menores o adolescentes, migrantes, personas mayores o mujeres masculinas.
En la práctica, nos encontramos ante grupos autoreferenciales que enfatizan cada vez más la propia identidad masculina, en lugar de ahondar en las relaciones de poder o el diálogo con el feminismo. Esto muestra cómo el hombre sigue viéndose y mirándose como principio y fin, superhéroe en el campo de la lucha por la igualdad. Asimismo, la ficción entre nueva y vieja masculinidad, sustituye a la comprensión del desarrollo histórico de la dominación patriarcal por una difusa división generacional.
La supuesta e insuficiente asunción de roles en campos como la paternidad o las tareas domésticas, oculta la profunda desigualdad de género existente en lo social, y el hecho de que los hombres seguimos monopolizando los espacios de socialización, sin renunciar a nuestros privilegios en el trabajo, los movimientos sociales, etc.
¿Se puede acabar con la desigualdad sin acabar también con la masculinidad?