ERREPORTAJEAK

Maddi Marco

Sciences Po Tolouse ikaslea

Brasil, epicentro de la pandemia

2021-04-16

​​​​​​​El confinamiento empieza en marzo del 2020 en todo el mundo, los gobiernos declaran el estado de alarma, casi todo deja de funcionar y la gente se queda en sus casas para que los casos disminuyan y se pueda retomar la “normalidad”. Aunque la gestión de la pandemia no ha sido tan efectiva como podría haber sido, en la mayoría de los países ha existido un intento real de frenar los casos y las muertes. En Brasil, país con más de 200 millones de personas, esto no ha ocurrido.


Foto de portada. Governo del estado de Sao Paulo. Campaña de vacunación en Brazil (2021)

Foto. Flickr / Renato Gizzi. Personas son atendidas en el primer Centro de Combate de Coronavirus (3CGRU) para el cuidado de personas que pueden tener el virus Covid-19

 

Actualmente, después de más de un año de pandemia, el país suma más de trece millones y medio de casos y trescientas sesenta mil muertes que aumentan todos los días. La situación es cada vez más grave y no existe ninguna reacción por parte de Jair Bolsonaro. El presidente del país emplea desde el inicio de la crisis sanitaria un tono negacionista y negligente, en el que no solamente ha dejado de crear un plan para frenar las muertes, sino que ha incitado a que la gente salga a la calle a hacer vida normal y a que tome cloroquina, una medicación no aconsejada para este problema por la OMS.

Bolsonaro también  participa en manifestaciones antidemocráticas en las que no utiliza mascarilla, y abraza y se acerca a la gente sin ningún tipo de prudencia. Además, el Ministerio de Sanidad ha cambiado cuatro veces de ministro por orden del presidente y por su insistencia en querer a alguien que fuera literalmente su marioneta.

La oposición, formada por partidos de izquierda (PT, PSOL, PCdoB) y de centro-izquierda (PDT, Rede, PSB) califica a Bolsonaro como un “genocida” por su indiferencia para con esta crisis sanitaria y también por sus graves declaraciones y actuaciones frente a una situación tan difícil y desesperante. La ciudad de Manaus, capital del estado de Amazonas, ha sido triste protagonista en muchos medios de comunicación internacionales por las colosales tumbas colectivas en las cuales miles de personas siguen siendo enterradas todos los días por falta del oxígeno necesario para luchar contra los efectos de este virus.

 

«El presidente del país emplea desde el inicio de la crisis sanitaria un tono negacionista y negligente, en el que no solamente ha dejado de crear un plan para frenar las muertes»

 

Ante esta situación, Bolsonaro simplemente ha dicho frases del estilo de “E daí? Lamento. Quer que eu faça o quê?” (“¿Y qué? Lo lamento. ¿Qué queréis que haga?”). Este tipo de declaraciones no son dignas de ser pronunciadas por un ser humano y, mucho menos, por un dirigente que debería dar ejemplo a más de 200 millones de brasileños y brasileñas.

El presidente tampoco ha facilitado la gestión de la crisis a los gobernadores y alcaldes de los diferentes estados y ciudades de Brasil. Bolsonaro ha criticado las medidas impuestas por algunos gobernadores al declarar el estado de alarma e intentar actuar de esta forma para disminuir los casos y muertes. En São Paulo, por ejemplo, João Doria, gobernador de la ciudad y futuro candidato a las elecciones presidenciales de 2022 por el PSDB (Partido da Social Democracia Brasileira), ha apoyado desde el inicio de la pandemia el cierre y más tarde la compra de la vacuna china, la CoronaVac. Bolsonaro por su parte ha criticado esta vacuna llegando a crear tensiones diplomáticas con el gigante chino por comentarios racistas y discriminatorios. En esta coyuntura, ambos políticos buscan ganar votos de cara a las próximas elecciones presidenciales. 

Al mismo tiempo, con la decisión de Edson Facchin, juez del Supremo Tribunal Federal, de liberar a Lula de las acusaciones que le impedían ejercer sus derechos políticos, la izquierda brasileña vuelve a respirar y a tener esperanza de que el líder histórico del PT (Partido dos Trabalhadores) pueda vencer las elecciones presidenciales del 2022. Además, a este escenario hay que sumarle el hecho de que los líderes del Congreso, del Senado, así como el mundo financiero, incluidos algunos de sus aliados, critican la gestión de Bolsonaro durante la pandemia e incluso le han avisado de tomar posibles medidas contra él.

 

«Con la decisión de Edson Facchin, juez del Supremo Tribunal Federal, de liberar a Lula de las acusaciones que le impedían ejercer sus derechos políticos, la izquierda brasileña vuelve a respirar y a tener esperanza»

 

En este momento, a petición del Tribunal Supremo, se ha formado una comisión en el Senado para investigar la actuación negligente del presidente durante la pandemia. En este escenario, Bolsonaro se siente amenazado y cambia de manera brusca su discurso negacionista adoptando un posicionamiento pro-vacuna y negando todas sus declaraciones anteriores. Ha pasado de decir que quien se vacunase se transformaría en un cocodrilo, a señalar que el coronavirus es el mayor desafío al que nos enfrentamos.

La actitud criminal y negligente de Bolsonaro hace que Brasil se haya convertido en el actual epicentro de la pandemia y coloque a sus vecinos en riesgo. El país continental se ve cada vez más aislado y a la grave crisis sanitaria se le añaden los problemas económicos que vienen triplicando así los números actuales de pobreza.

 

 

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