SINADURAK

Pello Otxandiano Kanpo

Sortuko Herrigintza idazkaria

Fondos europeos como marco de lucha. Estrategia, táctica y praxis política

2021-03-23

Ante la nota de ELA hace dos semanas tildando de auténtico despropósito la propuesta de EH Bildu para llegar a un acuerdo de país en torno a los fondos europeos, creo conveniente realizar algunos apuntes al respecto, ya que, habiendo tanto que reflexionar y debatir sobre los retos de la izquierda en la actual coyuntura política, considero precisamente un disparate mayúsculo rebajar el nivel de debate de esta manera. Me vienen a la cabeza las palabras pronunciadas por Iñaki Antiguedad en las recientes jornadas “Merezi Duzun Herria” de EH Bildu: flaco favor hace cierta izquierda a la causa de la emancipación pretendiendo ofrecer respuestas simples ante problemas complejos.


Argazkia. Wikipedia Commons / Grand strategy or high strategy comprises the "purposeful employment of all instruments of power available to a security community". علی اکبر کیانی

 

Reto climático y coherencia programática

Empecemos por el final: Dice ELA que “considera imprescindible avanzar en el reconocimiento de los derechos sociales, recortar la brecha con la media europea en sanidad, educación o sistema de cuidados, y un cambio radical del modelo productivo vasco, que incorpore una transición ecológica y social. Ello exige que las instituciones lideren ese cambio, y que lo doten de fuertes presupuestos, a través de una reforma fiscal justa y suficiente.” Estoy de acuerdo salvo en una cuestión fundamental: el doble reto de fortalecer los servicios públicos para garantizar los derechos sociales y reconvertir radicalmente (como bien dice ELA) el tejido productivo con el fin de materializar la transición socioecológica, no se puede financiar solamente por medio de una reforma fiscal, cuyo carácter inaplazable comparto, por supuesto. La reforma fiscal más progresiva, más allá del “pequeño” detalle de que está sometida a mayorías, es insuficiente para acometer la gran transformación que supone afrontar con garantías el contexto histórico de la emergencia ecológica. Las cuentas no salen. Además de una nueva fiscalidad es necesario emitir deuda. Y ni siquiera así basta. Es necesario combinar esto con la movilización del ahorro particular y la capacidad de inversión de las empresas, capitaneado por el sector público y garantizando el retorno social.

La izquierda no puede abstraerse del reto climático y la gran transformación material que exige la transición socioecológica en esta década. Y la izquierda vasca no puede mirar para otro lado ante los desafíos económicos que derivan de dicha transformación; por poner un ejemplo, la necesidad de reconvertir sectores industriales estratégicos como la automoción.

 

«La reforma fiscal más progresiva, más allá del “pequeño” detalle de que está sometida a mayorías, es insuficiente para acometer la gran transformación que supone afrontar con garantías el contexto histórico de la emergencia ecológica. Las cuentas no salen»

 

Últimamente tengo la sensación de que en algunos sectores de la izquierda no existe conciencia suficiente sobre lo que nos viene encima. Todo indica que el ritmo del calentamiento global es superior a las estimaciones más prudentes. Vamos de camino a superar con creces el umbral de los dos grados centígrados considerado crítico antes de 2030 (!), lo cual devendrá en efectos devastadores a escala planetaria tanto ecológicos como socieconómicos. El año que viene se publicará el sexto informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático IPCC de Naciones Unidas, el cual, a todas luces, pondrá a la humanidad frente a un espejo trágico. La comunidad científica no lo puede decir más alto y claro: apenas queda tiempo para reaccionar y evitar una catástrofe que condicionará sobremanera el bienestar de las generaciones presentes y futuras. Como dijo Naomi Klein, esto lo cambia todo.

Lo digo porque se oye mucho eso de que el neoliberalismo está mutando hacia un capitalismo verde y que la transición energética es el nuevo caballo de Troya (Ekai Center ha llegado a formular la correspondiente teoría conspiratoria bajo el epígrafe schumpeteriano de destrucción creativa[1]proponiendo seguir priorizando las energías fósiles). Por supuesto que la solución a la crisis ecológica no es sustituir los hidrocarburos por las energías renovables. Está muy claro que no hay futuro habitable sin dejar de perseguir el crecimiento económico como lema principal de la economía. Es hora de poner en entredicho, y muy seriamente, indicadores económicos como el Producto Interior Bruto. Y dicho esto, no podemos obviar que la crisis climática es una variable cualitativa dentro del cuadro más amplio de la crisis ecológica, y, por consiguiente, disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en orden de entre 8% y 10% al año es una prioridad que no puede esperar más. Si no conseguimos un Green Deal sucederá un desastre, son palabras de Noam Chomsky[2].

 

«Apenas queda tiempo para reaccionar y evitar una catástrofe que condicionará sobremanera el bienestar de las generaciones presentes y futuras. Como dijo Naomi Klein, esto lo cambia todo»

 

Y eso significa dejar de quemar petróleo para incrementar el peso de las energías renovables de forma espectacular. Hay sectores económicos que tienen que decrecer dramáticamente y los hay que tienen que crecer exponencialmente, es el caso de las energías renovables. Recomiendo encarecidamente la ponencia presentada por Mikel Otero en las jornadas “Merezi Duzun Herria”[3] que sitúa en sus justos términos la dimensión material del reto energético. Nos vale el ejemplo del pueblo de Zumaia: Un estudio técnico elaborado por el gobierno municipal de EH Bildu concluye que el potencial renovable de Zumaia no llega a cubrir más del 7% del consumo energético actual del municipio. Esta es la magnitud real del problema.

No, la izquierda no puede desentenderse del reto climático y no puede estar por debajo de la ambición climática que ha marcado la Unión Europea, lo cual no es posible sin una inversión económica enorme en el despliegue de las energías renovables y una serie de reformas socioeconómicas estructurales (en el urbanismo, en la ordenación del territorio, en la industria, en el comercio o en el transporte) de tales magnitudes que tienen un potencial de arrastre capaz de transformar radicalmente el modelo productivo, empresarial y laboral. Pues bien, sostener esta posición política conlleva plantear un programa coherente. Si se rechazan los fondos europeos por considerar inasumibles los riesgos que implican se deberá defender la constitución de un estado vasco fuera de la Unión Europea y de la zona euro para dotarse de soberanía monetaria y poder así hacer frente a la deuda. De lo contrario estamos frente a un sindicalismo abertzale sin coherencia programática, que dibuja objetivos pero que es incapaz de nombrar siquiera el camino a recorrer que implica la consecución de dichos objetivos.

 

Foto. Unsplash / Abishek

 

Condicionalidad

En segundo lugar, dice ELA que “EH BILDU hace abstracción de que los fondos están condicionados a la aplicación de nuevos recortes en las pensiones, a no derogar las reformas laborales o a aplicar en los próximos años las políticas presupuestarias de austeridad.” No se hace abstracción de ello, se actúa en base a un análisis de coyuntura política. Coincido con Emilio Santiago Muiño[4] cuando afirma que “la pandemia de la covid-19 ha abierto en Europa un momento keynesiano que ofrece un salto de escala en las posibilidades de financiación e intervención de un «Estado emprendedor verde» inimaginables hace solo un año.”

La pregunta es, ¿qué ha traído este keynesianismo pandémico? ¿Por qué se han suspendido temporalmente las políticas de austeridad en vigor desde la crisis económico-financiera de 2008? ¿Por qué se ha abierto ahora el grifo que se cerró entonces? Pues porque la crisis social que se produciría si hoy se aplicaran las mismas recetas haría tambalear muchos sistemas políticos europeos, poniendo en serio riesgo la perdurabilidad de la propia Unión Europea (tengamos muy presente que el fascismo se está abriendo camino); y porque si hoy se dejaran las manos libres al modelo de desarrollo neoliberal el colapso ecológico sería inevitable en muy poco tiempo (el mercado no es capaz de afrontar el problema por sí solo). Tampoco a las élites neoliberales les conviene destruir las bases materiales de la vida ni que los sistemas políticos colapsen, porque, sencillamente, les sale demasiado caro y dejan de ostentar el control del sistema. Siguiendo con Emilio Santiago Muiño, “aún no sabemos si este keynesianismo pandémico será solo un paréntesis de emergencia o el principio de una nueva tendencia de onda larga que corrija el rumbo de un neoliberalismo objetivamente fallido.” Esta es precisamente la principal batalla política que se esta librando en estos momentos, batalla que ELA da por perdida.

 

«La pregunta es, ¿qué ha traído este keynesianismo pandémico? ¿Por qué se han suspendido temporalmente las políticas de austeridad en vigor desde la crisis económico-financiera de 2008? ¿Por qué se ha abierto ahora el grifo que se cerró entonces?»

 

Es evidente que estos fondos, como cualesquiera otros, tienen condiciones. Ahora bien, la orientación de esa condicionalidad dependerá de la batalla que podamos presentar. Nada está determinado en los tiempos que corren, y no podemos dar este pulso por perdido. Ese es el motivo que lleva a la izquierda soberanista a proponer un programa que supone una apuesta clara por el fortalecimiento del sector público y por la transición social y ecológica a través de los fondos europeos. Frente a la tentación de las élites de retomar el programa de austeridad, estaremos en las instituciones y en las calles con el conjunto de las clases populares y trabajadoras, como lo hemos venido haciendo hasta ahora. Pero que nadie se lleve a engaño, que las políticas austericidas vuelvan, con fondos o sin ellos (recuérdese que hasta ahora ha habido recortes y no ha habido fondos), dependerá exclusivamente de la relación de fuerzas que sea capaz de construir la izquierda en Euskal Herria, en el estado español y en el conjunto de la Unión Europea.

En Euskal Herria existe conciencia social suficiente para reaccionar ante la reforma laboral, los recortes en las pensiones o las políticas presupuestarias de austeridad. La última huelga general fue prueba de ello. El compromiso de EH Bildu es inquebrantable en ese sentido. Sin embargo, en el contexto histórico de la crisis civilizatoria no es suficiente con asumir una posición resistencialista frente a eventuales políticas neoliberales. La izquierda debe ambicionar a liderar la transición socioecológica, orientándola hacia una transformación radical del modelo socioeconómico. Sobre todo, y ante todo, es momento de construir una alternativa progresista que pasa por hacer todos los debates, cada cual desde el lugar que le corresponde.

Resulta imperativo el desarrollo de una lucha cultural en todos los frentes, también en el marco de los programas oficiales que derivan del denominado Green New Deal (tal es el caso de los fondos europeos). Coincido una vez más con Emilio Santiago Muiño cuando afirma que, con todos los riesgos, no hay otro camino que actuar desde fuera y desde dentro, complementando la propuesta del Green New Deal con el del decrecimiento en pos de una lucha cultural que él mismo ha resumido brillantemente: O aprendemos a compartir a una escala sin precedentes o terminaremos matando a una escala sin precedentes.[5]

 

«Que las políticas austericidas vuelvan, con fondos o sin ellos (recuérdese que hasta ahora ha habido recortes y no ha habido fondos), dependerá exclusivamente de la relación de fuerzas que sea capaz de construir la izquierda en Euskal Herria, en el estado español y en el conjunto de la Unión Europea»

 

Y tiene la pinta de que todo este embrollo de los fondos europeos acabará siendo un mercado persa. No termina de ponerse en marcha, y cada vez que se da un paso en una dirección, aparecen nuevas contradicciones. Es evidente que los gobiernos están lastrados por lógicas cortoplacistas y que las grandes empresas del Ibex 35 aspiran a un reparto de la mayoría de estos fondos prorrateándolos entre ellas. Hay mucho riesgo de que predomine el business as usual. Por eso, precisamente, se requiere del liderazgo de una izquierda transformadora. Pero no se quiere bajar al barro, se prefiere representar una supuesta impugnación al neoliberalismo reivindicando que no rechazar de plano los fondos europeos es “indefendible y totalmente incoherente con un programa de izquierdas”, lo cual, en el contexto histórico que vivimos y viniendo del primer sindicato del país, en mi humilde opinión, es una posición declamatoria absolutamente estéril.

Mientras tanto, estamos perdiendo una oportunidad de oro para avanzar en relación de fuerzas al no estar haciendo los debates concretos que plasman la gran batalla política de época antes mencionada. Me refiero a debates como la planificación de la transición energética y la renuncia a la exploración de los recursos fósiles, la apuesta desmesurada por el hidrógeno auspiciada por las petroleras frente a la electrificación de todo lo electrificable como solución lógica a la descarbonización[6], la moratoria de las grandes infraestructuras hoy cuestionadas como nunca antes, la eucaliptización de nuestros bosques, las diversas facetas de la soberanía tecnológica, la redefinición del papel del sector público en la economía, la interpelación a las multinacionales que han repartido dividendos en plena pandemia y que pretenden ser receptoras de estos fondos, la ausencia total de una estrategia para el desarrollo de la economía circular, la inexistencia de una visión coherente del territorio, etc. Todos estos, y algunos más, son los debates que engloban los fondos europeos.

En definitiva, y a pesar de los pesares, no podemos dejar sin hacer el debate sobre el destino de estos fondos, principalmente, porque nos ofrece la oportunidad para avanzar en la lucha cultural en pos de un modelo socioeconómico postneoliberal. Y porque la inversión estratégica que derive de estos fondos determinará el rumbo que tomará este país en esta década transcendental.

 

«No se quiere bajar al barro, se prefiere representar una supuesta impugnación al neoliberalismo reivindicando que no rechazar de plano los fondos europeos es “indefendible y totalmente incoherente con un programa de izquierdas”, lo cual, en el contexto histórico que vivimos y viniendo del primer sindicato del país, en mi humilde opinión, es una posición declamatoria absolutamente estéril»

 

Foto. Unshplash / Sharon Pittaway

 

Multinacionales y la propuesta de EH Bildu

ELA hace una lectura sesgada e interesada del documento de EH Bildu[7] cuando dice que “considera lamentable que EH Bildu tampoco quiera tener en cuenta que los fondos están orientados a dar dinero a las grandes multinacionales, y no están pensados para políticas de empleo, mejorar prestaciones sociales ni desarrollar los servicios públicos”, ya que el acuerdo de país que se pone encima de la mesa para la captación de estos fondos incorpora una serie de principios fundamentales para la gestión de los mismos y propone un enfoque sistémico pivotado sobre el rol activo y emprendedor del sector público. La financiación pública de un proyecto estratégico debe materializarse, preferentemente, por medio de la participación en el capital social, de forma que el sector público pueda ejercer un rol activo y emprendedor en aquellos sectores económicos estratégicos para la transformación de nuestro tejido productivo.

Antes de formular la propuesta de acuerdo, el documento de EH Bildu, en su cuarto apartado, realiza un análisis crítico bastante pormenorizado del programa Euskaldi Next[8] presentado por el Gobierno Vasco, donde se concluye que Euskadi Next es precisamente lo que no hay que hacer. En resumen, la propuesta del Gobierno Vasco no es mucho más que una compilación de proyectos que han puesto encima de la mesa los ayuntamientos de las capitales, las tres Diputaciones, el Gobierno Vasco y contadas empresas del país. La consultoría Ikei Research & Consultancy ha tratado de darle forma al asunto y encajarlo a los preceptos del programa Next Generation-EU. El resultante es un programa carente de coherencia estratégica, con proyectos que se solapan de forma recurrente en todos los componentes, priorizando la competencia frente a la articulación de ecosistemas colaborativos. Un programa que se proyecta sobre planes estratégicos caducos como Klima 2050 Basque Country que propone una reducción de gases de efecto invernadero del 25% (frente al 55% dictado por la Unión Europea) para 2030. No queda claro cuál es el rol del sector público, no se define de qué manera se va a respetar el principio básico de la concurrencia pública y no se cuida la cohesión territorial. El 56% de la inversión que contempla el componente de energías renovables va dirigida al corredor de hidrógeno de Petronor, más del 80% de la inversión prevista en el componente de economía circular es para un proyecto que nada tiene que ver con la economía circular y un largo etcétera. Un notable despropósito.

Frente a ello, EH Bildu ha optado por hacer un ejercicio de responsabilidad. Si el despropósito se consuma y termina llegando el mayor volumen inversor que ha conocido este país en su historia para ser destinado en buena parte al business as usual no será porque no hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para evitarlo. ¿Y qué es lo que se propone como acuerdo de país? Los 16 objetivos y 38 proyectos estratégicos propuestos obedecen a los objetivos de resiliencia social y económica y transición ecológica y digital. De los más de 200 proyectos que recoge Euskadi Next 11 de ellos coinciden con los proyectos que presentó EH Bildu en diciembre del año pasado. Por lo tanto, la propuesta de acuerdo en base a 38 proyectos estratégicos recoge 11 de los más de 200 contemplados en Euskadi Next que sí se entiende que responden al interés comunitario.

 

«Si el despropósito se consuma y termina llegando el mayor volumen inversor que ha conocido este país en su historia para ser destinado en buena parte al business as usual no será porque no hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para evitarlo»

 

¿Pero qué tipo de proyectos incluimos exactamente en el acuerdo de país? Por poner algunos ejemplos: Osasunberri como solución integral de diagnostico y terapias para la gestión de la Covid-19 y futuras pandemias; un proyecto estratégico para readecuar la atención primaria en Osakidetza; una reforma estructural de los servicios sociales hacia un sistema público de cuidados; un polo de investigación, fabricación y aprovisionamiento de productos farmacéuticos; una factoría de baterías de estado solido en Araba generando un nicho de empleo que pueda compensar la previsible pérdida de puestos de trabajo en Mercedes a causa de la electrificación de la automoción; la regeneración urbana integral de ámbitos urbanos vulnerables que debería dar lugar a la rehabilitación de los barrios residenciales construidos en los años 60 y 70; un programa Renove de Rehabilitación Integral de Viviendas y Edificios Residenciales (incluida la rehabilitación energética); una planta para la gestión de residuos industriales; otra para la recuperación de materiales críticos; o el desarrollo de diferentes fuentes de energía renovable a través diversos proyectos energéticos locales que se encuentran a la espera de financiación.

Desde el primer día, EH Bildu ha insistido en articular un debate de país del más alto nivel. Un debate público en el que debían de haber participado sindicatos, empresas de capital nacional, entidades de economía social y local, fuerzas políticas, centros académicos y expertos, instituciones locales, medios de comunicación y cualquier sector social que quisiera aportar a la construcción de una propuesta coherente. El PNV ha hecho caso omiso a esta petición. La propuesta de acuerdo no es más que una nueva interpelación para que se debatan y se acuerden los términos y la finalidad de la inversión estratégica que devenga de los fondos europeos, y para que se negocie con el Gobierno de España como país, con luz y taquígrafo. Este es el “despropósito” que denuncia ELA.

 

«Si se desecha la posibilidad de hacer los debates que engloban los fondos europeos tanto desde fuera (movimiento social y sindical) como desde dentro (instituciones), ¿qué es lo que se propone?»

 

Vuelvo al inicio para ir cerrando. El discurso de ELA carece de coherencia en términos programáticos, pero también en términos de praxis política. Si se desecha la posibilidad de hacer los debates que engloban los fondos europeos tanto desde fuera (movimiento social y sindical) como desde dentro (instituciones), ¿qué es lo que se propone? Un sindicalismo que no es capaz de articular la unidad sindical cuando la clase trabajadora más lo necesita, que no siendo capaz de condicionar las políticas económicas de los gobiernos externaliza sistemáticamente sus propias responsabilidades (las unas no están en las huelgas y las otras no son izquierda política). Un repliegue en términos tácticos y estratégicos que niega a la izquierda cualquier posibilidad de toma de poder para liderar la transformación social y económica de este país.

Un despropósito que, paradójicamente, a quien sí resulta funcional, una vez más, es al PNV.

 


[1]https://disk.yandex.ru/i/xbUqtxcwXFj5YA?utm_campaign=las-energias-renovables-como-estrategia-de-destruccion-creativa&utm_medium=email&utm_source=acumbamail

[2]Climate Crisis and the Global Green New Deal, Noam Chomsky and Robert Pollin.

[3]https://youtu.be/HSLXghTju7I?t=1606

[4]https://ctxt.es/es/20210301/Firmas/35247/Emilio-Santiago-Muiño-ley-cambio-climatico-Congreso-emisiones-estados-fallidos.htm

[5]https://youtu.be/vBX_5IeVUY0?t=1619

[6]https://www.theguardian.com/commentisfree/2021/mar/16/hydrogen-nuclear-net-zero-carbon-renewables

[7]https://www.naiz.eus/media/asset_publics/resources/000/780/717/original/NextGeneration-EHBildu.pdf

[8]https://www.euskadi.eus/gobierno-vasco/-/noticia/2020/el-programa-euskadi-next-21-26-recoge-cerca-200-inversiones-8-ambitos-estrategicos-y-aspira-recibir-5-700m/europa/

 

 

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